En los medios


las12
VIERNES, 10 DE JUNIO DE 2011
DIEZ PREGUNTAS A VANESA MAJA

HONOR A LA RECITATRIZ





Por Roxana Sandá


1. El segundo año de Rosa brillando, obra que explora la poética de Marosa Di Giorgio, ¿se debe al éxito de público o también a la adicción que parece provocarle la autora?

—Son varias ofrendas: Marosa nos ofrenda sus palabras, y nosotros las ofrendamos al público. En este sentido, sí, me provoca adicción este universo único y que la gente acompañe con su presencia es además muy gratificante y nos completa en este círculo.

2. ¿Cómo llegó Di Giorgio a su vida?

—Casualmente, como tantas de las cosas que nos atraviesan. Hace más de diez años, una amiga me invitó a un recital de poesía que daba Marosa. Durante toda su vida hizo muchas presentaciones de este estilo y tenía un enorme amor y gusto por la actuación, así que fui a ver recitar a una poeta para mí desconocida...Y lo que allí encontré fue de una intensidad fulgurante. Pelo rojo, como en llamas, suelto, descalza, muchos claveles rojos también, y estas palabras tan increíbles, estas historias de chacras y animales, y ángeles que son frutas, y hongos y niñas que son mariposas, y lo vital y lo erótico ahí latiendo.

3. ¿Cómo cree que influyó una poética femenina sobre su coequiper en la dramaturgia, Juan Parodi?

—Con Juan hicimos un trabajo muy grande y exhaustivo. Marosa tiene mucho material escrito. Sólo Papeles salvajes, que son sus obras completas, tiene 800 páginas, y además hay otros libros que no están incluidos allí. El trabajo de selección que hicimos fue como un puzzle, eligiendo, cortando y pegando, y esto nos fue llevando a una cierta cronología en la vida de esta escritora. Juan tiene una increíble visión plástica de las palabras y mucha conexión y capacidad para plasmarlo. Esta es una poética femenina, pero que habla de cosas tan elementales como la hermosura de un árbol de magnolias, o el miedo y la excitación de un bosque oscuro, o de cosas tan sobrenaturales como las bodas de un ratón con una señorita, de murciélagos fumando sus pipas, sólo por nombrar algunas. En fin, cosas que alguien sensible y además con enorme gusto y amor por las palabras, y gran humor, como es Juan, puede acceder directamente, como una puerta que conduce a un pasadizo y luego a un paraíso.

4. ¿Por qué se define como recitatriz?

—Recitatriz es un término que utiliza Marosa y a mí me encanta. Creo que tiene un humor divino. Esta mezcla de recitadora, declamadora y actriz. ¡Es perfecto!

5. ¿Qué puede decir del músico que la acompaña, Gonzalo Gamallo?

—Antes de Rosa brillando, hicimos otro espectáculo llamado Pequeñas veladas susurradas. Nos conocemos y entendemos musicalmente. El trabajo de la música lo fuimos haciendo en los ensayos, improvisando y tratando de generar esa sonoridad especial que nos ayude y expanda en lo climático de la obra. Algo así como otro canal de discurso, y la verdad es que Gonzalo logró unos sonidos bellísimos e inquietantes, generando un flujo discursivo entre nosotros y con el público.

6. Explique esa apelación de los sentidos que cruza toda la obra.

—Nuestra intención era trasladar esa poética a un hecho teatral. Cómo poder expresar eso que a una le pasa cuando lee a Marosa y ponerlo en escena, convertirlo en obra. Cuando la leo, siento que algo atraviesa el relato y se llena de sensaciones, de aromas, de colores, o se queda flotando, hay una extraña belleza, una vitalidad. Allí fueron apareciendo los elementos que usamos en la obra. Ayudados por ese especialísimo elemento que es el retroproyector empezaron a surgir estos pequeños cuadros que proyecto sobre mí; luego las frutas y sus olores que quedan suspendidos.

7. ¿Qué emociones percibe del público que la observa?

—Creo que una vez adentro, el público se deja llevar, se sumerge en la voluptuosidad y la simpleza; escucha. Hay algo pacífico en todo el acontecer, algo emocional y profundo. Hay una cercanía y un lazo con la mirada. Cuando sucede esta conexión entre ellos y yo, es maravilloso y hondo.

8. ¿En qué se diferencia esta puesta de sus trabajos anteriores?

—Desde su origen, éste resultó un trabajo que se fue desplegando. Todo sucedió como sin esfuerzo. Lo que llamaría la fuerza suave. Hace mucho tiempo que quería tomar a una poeta para generar un hecho teatral, y si bien éste es el tercer unipersonal (digo unipersonal, pero tanto éste como Pequeñas veladas susurradas contaron con la música en vivo de Gonzalo) que llevo adelante, en el que decido qué material voy a tomar, lo que uno podría llamar “mi proyecto”, actoralmente en este espectáculo siento una depuración. En eso tiene una gran incidencia la mirada y dirección de Juan Parodi. Y para mí como actriz es muy alucinante, por poner una palabra marosiana, poder estar y contar, simplemente. Creo que me permite una justa intensidad. Me encanta y lo he aprendido, y lo transito con este material. Hay algo muy genuino en lo que sucede.

9. ¿Cuánto le cuesta despegarse de la magia del personaje cada vez que termina la función y vuelve a casa?

—Una sale a la calle, se encuentra con la ciudad, las voces, los ruidos. Hay una parte que se va desprendiendo pero creo que algo de esa magia, de ese flotar permanece, está en mí. Intento darle un lugar en mi cuerpo, acurrucarlo suavemente y cuidarlo hasta la próxima función.

10. ¿Qué cree que pasaba por la mente y el corazón de Marosa?

—Mucho. Creo que pasaba mucho. Era un ser tan especial. Unica. Vivía en poesía, escribía, según sus propias palabras, siempre en la cama con los ojos entrecerrados, dictada por algo, por alguien, por Dios. Una especie de medium. Hechizada, capturada. Vivió por y a través de la poesía. Leyendo las entrevistas que dio en su vida me doy cuenta de que respiraba poesía. Ella repetía que no podía hacer otra cosa que escribir poesía. Ese era su único destino. Y volaba sin alas. Era un ser extraordinario, una mariposa. Una mujer sin tiempo. Una maga.
Vanesa Maja es actriz, dramaturga, bailarina, cantante, narradora. Actuó en Estado de ira, y Exhibición y desfile, ambas dirigidas por Ciro Zorzoli. También trabajó en casi todas las obras de la factoría Muscari. Desde 2006 realiza el espectáculo de su creación, Pequeñas veladas susurradas. Forma parte de la compañía de teatro para niños El Globo. Rosa brillando volverá en julio próximo a Querida Elena, Py y Margall 1124, a dos cuadras del Parque Lezama.















Nota de 

Alfred Hopkins para Buenos Aires Jaque Press

"El aire de mi papá," atrapante espectáculo en el teatro Querida Elena en la dulce Boca, Buenos Aires

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Recostada en una casita que ocupa el centro del escenario, una mujer canta con voz en cuello…”rara, como encendida…” mientras los espectadores van acomodándose en las butacas en la sala detrás del jardín en el teatro Querida Elena. El aire que se respira en el lugar está cargado de algo indefinido, raro, encendido. Es que está por comenzar la función de “El aire de mi papá,” a dramaturgia, iluminación, puesta en escena y dirección de Martín Wolf.
Termina la canción y la mujer sale de la casita para encontrarse con su amiga. ¿Amiga? La acusa de ser el amante de su pareja. ¡Momentito! ¿Dónde estamos? ¿Importa el lugar? Hmm. Un gato negro se desliza seductivamente entre el escenario y los pies de los espectadores. ¿Es un actor? ¿Protagonista?
A simple vista estamos frente a un problema de ética. Claro. El amor es una cuestión de ética. La salud es una cuestión de ética. La independencia es una cuestión de ética. ¿O estamos todos patas arriba? El aire tiene algo surrealista. Por eso la lógica de las acciones y los discursos de los actores estallan y dejan bastante atrás  los convencionalismos. Sin embargo los actores muestran un estilo de actuación orgánico y se muevan sobre el espacio con gran convicción y un sabio uso de recursos como la pausa y el cambio de ritmo.
De repente el actor formula una pregunta que queda sin repuesta: ¿No se te ocurrió pensar por qué los dos héroes más grandes de la Argentina fueron asmáticos? Un hombre pasea su particular verdad ante ellas, las mujeres de la historia, mientras el paradigma de la modernidad se estalla contra su pensamiento íntimo.
“El aire de mi papá” vuelve por seis funciones más luego de su exitosa temporada en el 2010 y antes de iniciar una gira por Latinoamérica. La sugestiva y entretenida dramaturgia es de Martín Wolf, a partir de textos de Rodolfo Kusch, K. Stanislavsky, B. de Spinoza, W.Allen, J. Grotowsky, E. Martínez Estrada, S. Beckett, E. Ionesco y propios.
La historia es entretenida, de un humor ácido, pero lo que sobresale son los personajes perfectamente delineados. Ellos atrapan la atención de los espectadores. Los textos son sus pretextos.


en3 - Un tríptico atravesado por la sexualidad

Por: Héctor Alvarez Castillo






Un tríptico que se abre en dos, en uno, y que desde ahí retorna a dos, a tres, al número inicial, porque a lo largo de la obra desfilan distintos cuadros que expresan situaciones, relaciones, donde los personajes se van moldeando a sí mismos, gracias a los intercambios que se dan en escena.

Considero que no es una obra que entre –sino ajustadamente–, en la categoría de danza y tampoco en lo que habitualmente entendemos por teatro. Su propuesta intenta reunir a estos dos vastos conjuntos, utilizando herramientas, símbolos, lenguajes, que se combinan como soportes naturales de lo que se quiere trasmitir. Y acerca de lo que se intenta trasmitir, justamente, percibo que en la sexualidad, el encuentro y el desencuentro cargados de sexualidad, está el centro de sentido que exhibe este cuerpoobra.

Esto se va dando sobre diferentes líneas de acción, guías sobre las que, en su convergencia, se arma la historia. Cada actor/actuante de en3 tendrá su monólogo escénico y su dueto. También están las intervenciones dirigidas, directa o indirectamente, al público, que crean un acercamiento que no limita al espectador a una mera contemplación de un hecho abstracto, separado de su presencia, que ocurre ahí, que está afuera. Sino que lo estimulan, a través de la risa, de la sorpresa, de la música, a involucrarse con lo que sucede delante de él.

El rol masculino, desde el texto y los movimientos físicos que se dan en escena, es el gran cuestionador de lo que ocurre, y a la vez ese rol es el cuestionado desde la actividad de las dos danzarinas. Hay escenas de monólogos casi teatrales, otras donde se puede sospechar cierta puesta del mito de Dyonisos, pero en el mismo planteo de la soledad, que se da en algunos pasajes, se filtra constantemente el de la comunicación, el de la relación. La palabra amor, con su plurisemia, es disparadora del discurso y también, en el silencio, en el ámbito privado, en la propuesta física de la obra, del sentido.

La obra esparce interrogantes que no se propone, más allá de su puesta, responder. Esos interrogantes, como quiebres del sentido, son en cada uno de nosotros distintos caminos.
http://arteenbaires.blogspot.com/2011/05/en3-cuerpoobra.html



En3 (cuerpoobra)
Escrito por Ana González Vañek   
Lic. en Ciencias de la Comunicación (Universidad de Buenos Aires)



El comienzo del año 2011 nos encontró aún embebidos en la frescura de una experiencia entre sutilmente abstracta y extremadamente concreta.
Privilegiando la comunicación como forma expresiva y aunando sólidamente emociones, conceptos y trabajo corporal, En3 (cuerpoobra), primera creación del grupo La PAva, se presentó en diciembre del año pasado en el espacio Querida Elena.
La obra que dirige Roberto Ariel Tamburrini y que interpretan Magalí Canosa, Vanina Santicchia y el propio director, atraviesa nuestra realidad actual poniendo de manifiesto elementos que hacen a la constitución de nuestra subjetividad contemporánea -inmersa en una matriz socio-técnica comunicacional- sin perder de vista poética, dinamismo, calidad interpretativa y estética, aspectos que se convierten en el eje en torno al cual se articula la totalidad del relato.
Con Georgina Forconesi en asistencia de dirección, Analía Barbieri en asistencia artística, y con las colaboraciones de Mariana Carli, Norberto Massimillia y Carol del Castillo, la obra pone de manifiesto una enriquecedora construcción colectiva entre diversos artistas que han sabido trabajar la relación entre fenomenología y construcción escénica.
En3... es una obra abierta donde el espectador juega un rol determinante, tanto en la producción de sentido como en la posibilidad de “ser” parte de un trabajo que se presenta como proceso en continuo desarrollo. La presencia del público adquiere importancia y necesariedad, tanto para la construcción interpretativa como para el desenvolvimiento de una creación que nos surmerge, a través de su propio recorrido, en la profundidad más bella de todas: la que nos brinda nuestra percepción corporal.
La relación con la tecnología aparece una y otra vez, ya sea a través del uso del celular en escena o en la propia comunicación de los intérpretes con los técnicos de la obra, mostrando así un trabajo comprometido tanto con su espacio y tiempo reales, como con su propio proceso creativo. Se trata de una puesta capaz de plantear aciertos y desaciertos que podrían surgir en las incipientes instancias de producción, en clara ruptura con ciertas convenciones discursivas tristemente solidificadas en el arte contemporáneo. Entre ellas, su propio nombre. En este caso no hablamos de obra de arte contemporáneo, sino de "cuerpo obra"... Sí, sobran las palabras al mismo tiempo que faltan revisiones profundas, verdaderas reflexiones y producciones artísticas de danza en necesario compromiso con nuestro contexto histórico y cultural.
Por su parte, el trabajo de los intérpretes en escena es excelente. Extroversión, belleza, humor y simpleza se entrelazan en una inteligente articulación de danza y trabajo conceptual. Ello, sumado a los suaves efectos de una iluminación cálida y tenue que por momentos parece transportarnos a otros mundos… mantiene en todo momento, nuestra firme y arraigada presencia en el discurso, aspecto fundamental para la construcción colectiva del sentido que surge únicamente en las dinámicas relacionales inclusivas. Son los intérpretes quienes -únicamente por sus posiciones discursivas- activan este juego haciendo un original y buen uso del espacio. Las entradas y salidas de escena ponen de manifiesto cierto quiebre en la percepción espacio-temporal, quizás muy similar a la efimeridad de nuestras experiencias cotidianas. De esta manera, la capacidad de abstracción perceptual del espectador está dada por el propio tratamiento de un trabajo que nos permite, en todo momento, tomar contacto con la realidad y explorar esa delgada línea donde confluyen nuestros pensamientos y nuestra sensorialidad. Esa brecha que se puede advertir en la intención significativa de muchos trabajos artísticos pero que pocos logran poner de manifiesto.
El vestuario, cuyos colores determinan ciertas instancias conceptuales, es sencillo y a la vez tan significativo como el despojo que caracteriza a la escenografía. Y la elección musical es inmejorable. Sin recurrir a creaciones novedosas, nos encontramos con algunos temas por todos conocidos que nos permiten tomar contacto con nuestros propios recuerdos y experiencias.
El uso de metáforas como recursos para trabajar sobre las creencias del sentido común, el manejo de la voz como instrumento expresivo y la inclusión de la palabra como elemento significativo, confluyen en la manifestación de una certeza… hábilmente construida en la temporalidad de la obra y perfectamente ubicada en la especialidad de la misma. Un movimiento sencillo, de direcciones claras y precisas, y una palangana con agua, elemento vital que por momentos desborda saliendo de los límites que la contienen para proponer nuevas articulaciones sígnicas, son quizás las metáforas más ricas y develadoras de una creación que, en vez de llevarnos a las abstracciones de la contemplación pasiva y nostálgica de los recuerdos, permite el surgimiento de cierta autonomía sobre la propia experiencia.
Como bien sabemos, los recuerdos y experiencias son indisociables de nuestra propia constitución como sujetos sociales y se convierten, por ende, en elementos imprescindibles para llevar a cabo una verdadera transformación personal así como también de nuestro entorno cultural y natural. Sin historia y reconocimiento de la propia temporalidad, no hay creación. Pero sin compromiso con nuestra propia subjetividad en dicha creación, tampoco. Como sostiene José Jiménez, “Esta es, me parece, la nueva encrucijada en la que se sitúa el arte en el final de siglo. No ya vanguardia o tradición. Sino compromisoformal y temático, con una nueva sensibilidad temporal” (1). Una nueva sensibilidad que podría dar origen a otro/s tipo/s de relación/es posibles entre práctica y pensamiento, entre el intelecto y el cuerpo; relaciones a dilucidar si se quiere comprender la producción de sentido, la cultura y la cuestión de la creación.
En3 (cuerpoobra) será presentada nuevamente los viernes 13, 20 y 27 de Mayo y 03, 10 y 17 de Junio a las 23 hs. en Querida Elena (Pi y Margall 1124, La Boca). Aquí tendremos una nueva oportunidad para deleitar nuestros sentidos y para llevar a cabo una profunda reflexión sobre los tiempos que nos toca vivir. Un deleite que surge de una creación socialmente comprometida en y por un excelente trabajo artístico, y una reflexión que no es mental ni necesariamente intencional, sino sensible y extremadamente profunda por ser aquella que surge del contacto invisible con la propia piel.





ROSA BRILLANDO
Revista G7


Revista Brecha de Uruguay


Revista Ñ



Nota Juan Parodi . La Nación

Con una mirada muy personal
Juan Parodi es uno de los directores más interesantes de la escena independiente

Carlos Pacheco
Para LA NACION

Experiencias escénicas muy distintas definen la producción del director Juan Parodi. Desde su primer trabajo, Solita para todos , un unipersonal protagonizado por Noralih Gago, hasta su actual puesta de Rosa brillando , sobre textos de Marosa Di Giorgio, lo muestran como un creador que se anima a asumir distintos riesgos. Confiesa que le cuesta encontrar autores y, como por ahora lo suyo no es escribir para la escena, convierte en dramaturgia todo aquel material que lo provoque.
Comenzó su carrera artística estudiando en la Universidad del Cine. Trabajó mucho tiempo al lado de Eduardo Milewicz y luego se acercó al teatro. Estudió, entre otros, con Berta Goldenberg y Luisina Brando, y aunque sabía que lo suyo no iba a ser la actuación (tímidamente confiesa que no es bueno en eso), el camino del director le fue permitiendo, cada vez más, consolidar una buena carrera.
El director de Fotos de infancia , Cariño Yacaré o El 3340 (con humos de cabaret) continúa presentando en Querida Elena una muy atractiva experiencia, que combina la literatura, el teatro, la plástica y la música y que está interpretada por Vanesa Maja. El proceso de creación de Rosa brillando llevó su tiempo. No sólo porque la producción de Marosa Di Giorgio es muy vasta, sino porque director y actriz querían descubrir en esa producción poética algo que verdaderamente los definiera también a ellos.
"Al comienzo -cuenta Parodi- teníamos un poco de miedo porque en el mundo teatral Marosa es una autora que se lee bastante. Estaba, además, el fantasma de aquellas experiencias que Batato Barea había realizado en tiempos del Parakultural. Después de mucho leer, elegimos materiales que en sí mismos cuentan una pequeña historia. Esto nos favoreció a la hora de armar una pequeña estructura. También necesitamos relacionarlos con la plástica, y por eso comenzamos a analizar y probar cosas para ver qué nos disparaba, a nivel imágenes, el mundo de ella. Así se concretó un aporte visual que es muy atractivo."
Los conocedores de Marosa Di Giorgio no encontrarán en escena sus textos eróticos o los más surrealistas. Están allí sus obras más íntimas, quizá. Y hasta también un fragmento grabado de su voz ayudará a completar un pequeño y muy sensible homenaje a la poeta uruguaya.
-Es muy difícil enrolarte en cierta corriente como director, porque cada trabajo tuyo es muy distinto al anterior. ¿Qué pensás al respecto?
-En general, cada trabajo es diferente, es cierto, pero siempre hay una constante: me gusta atravesar la situación dramática con música o con humor. Lo que más me preocupa es qué mirada le puedo aportar yo a esos materiales con los que trabajo. En el caso de Cariño Yacaré , por ejemplo, me inspiré en el cine de los años 50 y especialmente en una película, Baby Jane , que es una producción que me fascina. En este último trabajo, el riesgo o desafío era partir de unos textos que no son teatrales y encontrarles teatralidad. Es muy importante descubrir qué mirada puedo aportar en escena.
-¿Cómo definirías ese concepto de "mirada"?
-Tomo una obra y tengo que devolverla de otra manera. En la mirada incluyo mi vida personal, mis experiencias, mis lecturas, mis películas, mi música, mi mundo.
-¿Nunca pensaste en transformarte en director y dramaturgo?
-Por ahora, no escribo, pero en algún momento seguramente lo haré. Lo he pensado mucho porque es muy difícil dar con textos que no pertenezcan a autores directores. Ya no es fácil encontrar dramaturgos, como los de antes, que entregaban sus obras para que otros las dirigieran. A raíz de eso, a veces me siento un poco desprotegido. Muchas veces te cuestionan que elijas un material que no es teatral o que versiones un clásico, pero es una forma de producir.
Dos nuevos proyectos aportarán continuidad a la carrera de Juan Parodi. Está ensayando un nuevo espectáculo con la actriz y cantante Maby Salerno. La dramaturgia es de Santiago Loza y su estreno está previsto para agosto. Por otra parte, una versión de El jardín de los cerezos de Antón Chéjov lo tiene muy movilizado y, lo más seguro, es que pronto se anime a ella.




Diario El Argentino

En el teatro de Querida Elena

La fuerza del erotismo de la poesía de Marosa Di Giorgio

Uno de los mayores éxitos del año pasado "Rosa brillando" regresa el próximo sábado a los escenarios porteños. Con capacidad para sólo 25 espectadores, la obra sumerge en las pasiones de las historias de la gran autora uruguaya. 


El sábado en el pequeño espacio de Querida Elena (Pi y Margall 1124, La Boca) a sólo dos cuadras del parque Lezama, vuelve Rosa brillando, una recreación de la gran poesía de la uruguaya Marosa Di Giorgio, fallecida en 2004.

Di Giorgio refresca el verano con sus versos pero, previamente el espectador es mimado en un espacio íntimo con té y masitas dulces. La obra cuenta con la dirección de Juan Parodi y el protagónico de Vanesa Maja.

Rosa brillando es una "recitatríz" cortejada por un músico en escena dan vida a las historias de la gran autora uruguaya: la naturaleza, la mitología, el erotismo y lo sobrenatural, se convierten en importantes protagonistas.

Una celebración escénica que explora el vínculo entre el teatro, la poesía, la música y las artes visuales.



CONVENTA


SHOW ONLINE
http://www.showonline.com.ar/2011/03/13/conventa/


Crítica en BAVOICE

Conventa
Teatro como en el teatro

Para pensar, cambio de roles, realidades paralelas a lo Borges en un convento católico muy particular y tal vez hasta conocido.

Una clásica herramienta dramatúrgica - el teatro en el teatro - es en Conventa el medio para problematizar, con inteligencia y humor, la teatralización de la cotidianeidad. Los roles que asumimos en nuestras vidas, son pequeñas ficciones que construimos para relacionarnos en la sociedad y en cada esfera de ella. Cada vez son mayores los cambios de rol, más vertiginosos, y con ellos las ficciones, los juegos y sus estrategias, que armamos para no aislarnos.

Y ese parece ser el tema que, con desprejuicio, tratan el autor y los intérpretes en esta obra. Un juego de palabras, de cambios de sentido, a la manera borgiana, si se me permite, en realidades paralelas; punzando al espectador a pensar(se) a través de los personajes/personas, del espacio/escenografía o del montaje/realidad.

Los protagonistas - muy jóvenes artistas que cumplen diversas funciones en el equipo de producción de la obra junto con el autor y director - son los actores de una pieza inconclusa, un proyecto teatral alocado en torno a un convento católico inexistente pero posible en algún pueblo perdido; y entonces "entran y salen" de esos roles, desde el "actor" hasta el sacerdote o monja y viceversa, y a la vez son hombres y mujeres que representan estratos sociales en la vida extrateatral, y en la obra como eslabones de la cadena eclesiástica. Pero todo se mezcla, y se transforma, como sucede en nuestra contemporaneidad hibridizada hasta aparecérsenos desconocida, siempre nueva y nunca estable.

Es una muy interesante propuesta, en un espacio diferente de lo acostumbrado en el teatro, pero con momentos más álgidos que otros - incluso quizá un poco lenta -.



BAVOICE
El periódico de Buenos Aires - Abrill 2011 - Edición 16 - Año 2.

Crítica de Ignacio Santillana para Revista Siamesa

Un grupo de jóvenes se juntan a ensayar una obra. Más que ensayar, la intención es vivir una obra, en una especie de retiro espiritual. Se convocan en una casa de un pueblo de provincia. La condición es actuar todo el tiempo posible. Para eso, para ayudar a que la ficción se instale, usarán vestimenta clerical, porque la excusa es ensayar una obra en la que los personajes son, justamente, curas y monjas. (Digresión: se juntan para ver qué pueden rescatar de la antigua Víctimas, obra de Marcelo Bertuccio estrenada en 2008.) 
Cada uno de los actores están ahí por diversos motivos: escapando de la marihuana, del suicidio o profundizando en la búsqueda de la identidad sexual. Esto nos demuestra que los grupos humanos funcionan, en definitiva, siempre de la misma manera: nos juntamos por diversos motivos, pero con un fin en común. Así, Conventa pareciera decirnos que no importa si lo que nos convoca es una vocación religiosa o artística, lo que verdaderamente importa es que estemos ahí. Que estemos ahí siendo nosotros y, eventualmente, siendo otros: actor, monja o, incluso, espectador.
Bien. Un respiro. Es complejo pero no complicado. Para los que conocemos de cerca el trabajo de Marcelo Bertuccio como maestro de dramaturgia, sentimos una identificación instantánea con la obra, porque lo que propone Conventa al espectador, es lo que viene sugiriendo Bertuccio en sus talleres: aceptación del error como una posibilidad, adopción de certezas provisorias y mucho kill you darlings,entre otras cosas.
Por otro lado, en Conventa se están moviendo y entrelazando todo el tiempo los límites de realidad y ficción. Los actores convocados a vivir una ficción vestidos de religiosos deben forzar sus propias experiencias. La anécdota, como ya se dijo, es juntarse a hacer una obra o a rezar, da lo mismo. Pero fuera de eso son personas, individuos como cualquiera. Entonces, estos individuos lucharán por mantenerse dentro de esa ficción que va creciendo a fuerza de situaciones dramáticas, en su mayoría desencadenadas por la convivencia entre desconocidos. Y acá están incluidos, como siempre, los que trascenderán esa ficción, con la posterior vuelta a la realidad; pero están también, los que se quedarán a vivir en esa creación ficcional que, de alguna manera, pasa a ser realidad. De cualquier forma, se trata de elegir por uno mismo para no ser elegido. Otra vez: elegir por uno mismo para no ser elegido.
Una mención aparte merecen las actuaciones, que suenan en perfecta armonía, sin desafinar. Cada uno tiene su solo, sí, su pequeño monólogo que lo hace único, pero es un solo que se propone sumar en lo colectivo, y no en el simple brillo individual.
Para finalizar, Conventa nos deja una pregunta esperanzadora: si logramos sacar de nosotros todo lo que nos hace mal ¿podremos erradicar la maldad del mundo?


Estreno en la Boca

Un regreso prometedor

Marcelo Bertuccio, director de Conventa, habla sobre la dramaturgia y la actuación

Jueves 10 de febrero de 2011 | Publicado en edición impresa
Carlos Pacheco Para LA NACION
Sobre fines de los 90 su trabajo como autor comenzó a imponerse con fuerza entre el movimiento de nuevos dramaturgos. Señora, esposa, niña y joven desde lejos , con dirección de Cristian Drut, presentó a Marcelo Bertuccio con fuerza en el teatro alternativo. Ya tenía una sólida formación en actuación y puesta en escena. En 2000 llegó al San Martín, donde estrenó El señor Bergman y Dios, y desde entonces ingresó en un tiempo de aislamiento. No dejó de trabajar, aunque su difusión fue menor.
El cuenta hoy: "En ese momento estalló en mí una crisis muy grande. La sensación de que todos estábamos mintiendo era insoportable. Me sentía fuera de mí, no sabía si se me halagaba, se me estrenaba, se me publicaba, se me premiaba y se me «festivaleaba» por verdadero interés, porque mi trabajo era verdaderamente valioso, o era porque estaba relacionándome con la gente adecuada en el momento justo, o porque me estaba convirtiendo en un referente de ser cool . Como me interesa muchos menos el éxito, cuyas mieles empezaba a disfrutar, que la realización personal, decidí parar la moto, aislarme, reflexionar, estudiar, darme tiempo".
Un problema de salud lo llevó a trasladarse a Mendoza, y su recuperación también se dio trabajando. Allí generó algunas experiencias que fueron muy reconocidas, entre otras El propósito colectivo . En Buenos Aires, poco después, era reconocido por su magnífica versión de Quartettde Heiner Müller, que, con la dirección de Rubén Szuchmacher, se montó en Elkafka.
Hay algo interesante también: nunca dejó de desarrollar una de las actividades que más lo provocan, su labor como maestro de autores. "Para poder crear -explica- es necesario embarrarse, caerse, equivocarse y jugarse por la propia propuesta, aunque no se acomode a lo que producen los demás, aun los que marcan tendencias. Acompaño a los asistentes a mis cursos a descubrir su maestro interno, su propia voz, más allá de lo que se supone que está bien o está mal; conceptos que, hoy y para mí, resultan retrógrados, paralizantes y homologantes peligrosamente."
Dentro de esos marcos, Marcelo Bertuccio volvió ahora al ruedo con una creación - Conventa - que comparte con un grupo de actores (Muriel Burgeois, Juan Santiago Privitera, Silvia Mañá, Cecilia Venturutti, Guadalupe Cuevas, Pablo Tagliani, Javier Alemanno) en el espacio Querida Elena, del barrio de La Boca.
Acerca del espectáculo, el dramaturgo explica que no se trata de una creación colectiva, "sino de un trabajo individual de escritura en el que el elenco funcionó como un taller dramatúrgico de lectura y análisis. A partir de esas sesiones de taller, yo seguía trabajando en soledad, hasta que terminé. Desde nuestra primera reunión, en la cual presenté las primeras páginas, hasta estas vísperas de estreno, transcurrió más o menos un año."
Conventa muestra a un grupo de actores atravesando diversas crisis, pero que aun se animan a crear una experiencia en una casa de una localidad de la provincia de Buenos Aires. "Allí - según explican sus creadores- emprenderán una investigación estética que abarcará, mayoritariamente, la cuestión de la actuación como conducta inevitable, como mecanismo ineludible para la expresión humana; intentarán comprobar la tesis de que la espontaneidad no es más que un grado mínimo de actuación y, por lo tanto, la realidad es ficción en baja frecuencia: el teatro, entonces, resulta parte de la existencia aceptada como verdadera, y no sólo una convención artística."
Una nueva etapa de producción muestra a Marcelo Bertuccio muy convencido de que "la ficción, la máscara, la invención de realidades poéticas, nos acercan más y mejor a la verdad".